OPINIÓN: Generación Z frente a Generación X

La tecnología marca las diferencias generacionales entre padres e hijos.

Cuando tenía 17 años mi padre me puso en las narices un manual de mecanografía y me dijo que tenía que aprender a escribir a máquina. Recuerdo aquella vetusta Olivetti y sus teclas de hierro que requerían de meñiques ‘fornidos’ para poder imponer la a y la ñ en el papel. Poco a poco, tras varios días de suplicio monótono conseguí teclear de corrido palabras, mirando directamente al manual. Luego ya era capaz de pasar mis trabajos de clase con cierta soltura, pero con la inestimable ayuda de los typex, que pintaban de blanco mis errores garrafales. Varias décadas después no paro de agradecer que mi padre me obligara a manejar una herramienta que, reconvertida en ordenador, ha sido mi compañera imprescindible y mi musa para la inspiración.

Los cincuentones somos como el eterno mainframe, tenemos mucho legacy que sobrellevar»

Sin embargo, he de reconocer que toda la soltura que muestro con el teclado de sobremesa se convierte en torpeza vergonzosa cuando se trata de escribir en un smartphone. Mis mellizas tienen ahora 17 años -curiosamente- y el otro día Irene, la mayor por cinco minutos, se reía al verme manejar el móvil con tan poco garbo. Herido en mi orgullo, la reté y le dicté un texto que ella reprodujo mirándome a los ojos, ¡sin ninguna errata! Entre admirado y divertido, hablé a Carolina, la menor por cinco minutos, de la destreza de su hermana. Pero tampoco ella se mostró sorprendida, “¿cómo te crees que escribimos cuando estamos en clase?”.

Ellas pertenecen a la generación Zeta, han crecido con el móvil como yo crecí con los tebeos de Mortadelo y las máquinas de pinball. Sin embargo, no han requerido de un manual, sino impulsadas por las ganas locas de comunicarse con sus amigos y compañeras del equipo de fútbol han obrado el milagro. Hablas con ellas y te dicen palabras como stalkear (cotillear en el historial de una persona en Instagram o Facebook), o crush (amor imposible) y te dejan patidifuso. ¿Vivimos en diferente planeta? Me siento como una tortuga centenaria, con mi postureo postizo, porque ellas sí viven insertas en esa cultura digital de la que tanto se habla. Los cincuentones somos como el eterno mainframe, tenemos mucho legacy que sobrellevar.

Fuente: computing.es

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