Los ataques suicidas han protagonizado algunos de los atentados más graves de los últimos años en distintas partes del mundo. Pero ¿qué ocurriría si el kamikaze no fuera una persona, sino un dron?
Las grandes potencias mundiales se han propuesto responder a esta pregunta, y para ello están fabricando un nuevo tipo de arma que muchos consideran que cambiará para siempre la manera de hacer guerra: vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) que funcionan como bombas automáticas.
China ha sido la última en sumarse a esta tendencia que lidera Estados Unidos y que ya probaron con éxito Israel, Turquía e Irán en distintos campos de batalla.
Los drones kamikaze que acaba de presentar el país asiático no tienen un aspecto especialmente intimidante, pero su alcance no debería subestimarse.
Su nombre oficial es CH-901, pueden viajar a más 144 km/h y mantenerse hasta una hora en el aire y -lo más importante- son capaces de cargar una cámara de reconocimiento y una cabeza explosiva que se detona por sí sola al colisionar con su objetivo.
Pueden ser usados para operaciones de vigilancia, pero su principal propósito es el ataque.
China mostró con orgullo este lunes sus nuevos dispositivos militares en el Museo Militar de la Revolución del Pueblo Chino, en Pekín.
El Ejército Popular de Liberación demostró durante una flamante exhibición que sus vehículos blindados pueden funcionar a modo de plataforma de lanzamiento móvil para poner en el aire enjambres de drones suicida, cada uno de los cuales pesa 9 kilos.Fabricación israelí
Algunos expertos comparan los nuevos vehículos aéreos de China con los Hero-400EC, un nuevo tipo de dron que la empresa israelí uVisionpresentó el pasado mes de mayo y que son un híbrido entre un UAV y un arma de precisión.
Su peso es mucho mayor (40 kilos) que el de los drones chinos, tienen hasta 150 km de alcance y son capaces de destruir objetivos blindados, como carros de combate.
La compañía israelí también comercializa otro tipo de drones suicida más pequeños que se mantienen en el aire durante 30 minutos.
«Los Hero pueden atacar desde varias direcciones. El único lugar a salvo de ellos es dentro de un búnker», advirtió el periodista tecnológico David Hambling en la revista estadounidense de ciencia y tecnología Popular Mechanics.
Según Hambling, Estados Unidos lleva trabajando «en su propio dron asesino», conocido como el Sistema Letal de Munición Aérea en Miniatura (LMAMS, por sus siglas en inglés) desde 2004. Y en 2012 probó sus drones Switchblade, los cuales usó en Afganistán contra «objetivos de alto valor» (como líderes insurgentes).
Aunque esto, según el especialista, fue sólo una prueba.
Sin embargo, a principios de este año el ejército estadounidense emitió una petición urgente para usar drones kamikazes contra objetivos del autodenominado grupo Estado Islámico (EI) en Irak, según documentos filtrados por el portal de noticias de seguridad Defense One.
Y a finales de marzo el ejército de Azerbaiyán usó un Harop, otro dron de fabricación israelí, en un ataque aéreo en la disputada región de Nagorno Karabaj que causó media docena de víctimas al hacer explosionar su cabeza de 23 kilos de explosivos.
Ese fue, de hecho, el primer uso en combate de un dron suicida.
Los Harop pueden ser dirigidos por operadores desde tierra y usar sensores para ubicar blancos desde cualquier ángulo, pudiendo estar hasta seis horas en el aire y aterrizando en su base por sí mismo si no localiza un blanco.
«Las amenazas están cambiando con toda esta explosión de tecnología con alto poder comercial», dijo en mayo James «Hondo» Geurts, director de adquisiciones del Mando de Operaciones Especiales del Ejército de Estados Unidos (SOCOM, por sus siglas en inglés), en un evento sobre seguridad nacional.
«Cuando comienzas a agregar aceleraciones, una encima de otra, pronto te encuentras con enjambres de drones autónomos con reconocimiento facial que pueden atacar en el campo de batalla».
Fuente: bbc.com