Cada ciberataque de 2018 le costó 1,6 millones de dólares a las empresas.

Un informe señala que solo el 7% de las organizaciones nunca ha sido víctimas de un ataque en sus sistemas digitales, frente al otro extremo, donde encontramos que un quinto de las empresas es atacado diariamente.

Sufrir un ciberataque provoca muchas cosas en la desgraciada víctima: ansiedad por las posibles implicaciones con clientes y reguladores, impotencia ante la situación y cierta humillación por no haberla podido evitar. Por supuesto, también pérdidas económicas -directas e indirectas- asociadas al incidente de seguridad, las cuales pueden ser de extraordinaria relevancia.

No en vano, el coste promedio de cada ciberataque en 2018 ascendió a 1,6 millones de dólares para las empresas. Así lo asegura un reciente estudio de Radware, basado además en las cifras reales proporcionadas por organizaciones que han sufrido las calamidades de los ciberdelincuentes, no en meras estimaciones.

Dentro de ese montante, hay un par de áreas importantes que son las más afectadas por los ataques cibernéticos. Estas son las pérdidas operativas y de productividad (54%) y la experiencia negativa del cliente (43%). La interrupción del servicio y el robo de datos son los objetivos principales de los ataques cibernéticos, añade el documento.

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A pesar de la creciente inversión en seguridad cibernética y el aumento de la concienciación corporativa en estas lides, los ataques cibernéticos están aumentando. El informe señala que solo el 7% de las organizaciones nunca ha sido víctimas de un ataque en sus sistemas digitales, frente al otro extremo, donde encontramos que un quinto de las empresas es atacado diariamente.

Además, y a pesar de que los ataques son cada vez más efectivos, muchas compañías no tienen un plan de respuesta de emergencia establecido. “Este año hemos visto un cambio real en el impacto que un ataque tiene en una compañía financieramente y es especialmente interesante que más compañías se tomen el tiempo para calcular la pérdida, no solo para estimarla. Eso no es sorprendente dado lo volátiles que son las economías en este momento. Comprender el impacto del tiempo de inactividad en la productividad, así como las ventas y la confianza del consumidor es esencial para justificar el gasto en la protección de la empresa en el futuro y mantener la competitividad”, indica el informe.

Fuente: ticbeat.com

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